14 – Los aventureros se reúnen

La vida continuaba en Pontiveia, capital de Mideralia. La joven sacerdotisa continuaba sus entrenamientos.

Cada vez era más reconocida en todos lados, por su disposición a ayudar siempre, por su pequeño clan aventurero y por su participación en las guerras como apoyo con su pequeño clan.

El arquero de un solo brazo

Un día Román vino acompañado de un personaje muy peculiar.

La líder de aquel pequeño clan observó al muchacho sorprendida. De primer momento no se dio cuenta, pero luego fue consciente de que a aquel joven le faltaba un brazo, pero aún así, llevaba un arco algo extraño asó como un carcaj colgado a su espalda.

El sabio presentó entonces al muchacho.
— Este es Killin. Es arquero.

Ella parpadeó ante aquella confirmación de lo que parecía. Intentó no ser demasiado evidente, aunque era realmente algo que no se veía todos los días.

Ambos empezaron a reir.

— ¿No lo crees? Te lo demostraré.

Así fue como acabaron saliendo por la puerta sur de la ciudad, siguiendo a ambos jóvenes. Esperando que algunos monstruos de los que rodeaban la zona se acercasen.

El arquero sostuvo el arco con su brazo y su hombro. Y con una velocidad pasmosa, que incluso otros arqueros envidiarían, comenzó a acabar con toda amenaza a la vista.

No cabía en sí de su asombro y sonrió.

— Realmente no hubiera puesto problema en otro caso, pero eso ha sido realmente espectacular. Bienvenido, Killin.

Aquel joven se convertiría en una leyenda que daría mucho que hablar dentro del clan de aventureros, y uno de los allegados de la sacerdotisa.

La asesina leal

En otra ocasión, desde las sombras una voz llamó a Taisa cuando paseaba por la capital.

— Sssh… sshhh…
Miró alrededor y de primeras no vio a nadie.

Tras avanzar un poco volvió a escuchar.
— Sssh… aquí…

Finalmente vio quien la estaba llamando.

Se trataba de una mujer de mediana edad pero en excelente forma. Llevaba un atuendo bastante provocativo negro y ajustado, pero pensado en la practicidad y no solo en la apariencia. Además usaba dos dagas, aunque las llevaba guardadas.

La mujer de cabello negro se dejó ver más y le sonrió. Por alguna razón… No tuvo miedo, no sintió ningún peligro.

— He oído hablar de tu clan sacerdotisa. Quiero formar parte de él.

Dijo con un tono decidido poniendo las manos en las caderas.

Se presentó entonces. Su nombre era Nikita y tenía algunos problemas por crímenes que no cometió y algunos problemas con unos contratos «laborales». Pero había escuchado de aquel peculiar clan de aventureros y eso había llamado su atención.

Tras averiguar quien era la famosa líder, la buscó y allí se encontraban, terminando por unirse al clan y ser una de las más leales seguidoras de la princesa aventurera.

Y poco a poco de formas curiosas, se iban uniendo más personas al clan de aventureros…

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